El sábado 12, nuestro segundo partido. Todo parecía sobre ruedas, tal vez demasiado fácil (19-3) en el primer set. Lo ganamos sin mucha dificultad (25-12), haciendo cambios para dar oportunidad a todos. Pero en el segundo set, todo cambió. En mini-voley existe una regla que te obliga a incorporar obligatoriamente a dos jugadores que no hayan jugado hasta el momento. El equipo contrario puso a sus mejores jugadoras en el segundo set y no en el primero. Y nosotros estábamos ya tan seguros de que todo sería fácil que no reaccionamos. Con nervios, con fallos que no habíamos hecho el primer día. Y perdimos, no por mucho (21-25). En el último, que es más corto, más difícil, empezamos muy mal (3-9). Aun así, empatamos a 13 y teníamos el saque, pero perdimos el punto. Pero recuperamos, empatamos a 14, fallamos el saque. Y nos ganaron el punto final (14-16). Perdimos, y nos dolió mucho, y eso que hicimos más puntos que el rival.
Pero el problema no estuvo en el momento final. Nuestro error fue confiarnos, relajarnos, y no jugar todo el partido como sabemos hacerlo. Esperamos haber aprendido la lección: nadie nos va a regalar nada.
Juan Carlos
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