La primera jornada del nuevo año fue de descanso para el equipo alevín mixto, por lo que hasta el pasado sábado no coincidían en la pista los dos equipos alevines que entrenan martes y jueves.
Los chicos y chicas del mixto estaban deseando volver a la acción, porque por primera vez en la temporada hubo pleno total, 0 bajas. Por desgracia, el equipo rival no se presentó por un descuido de su entrenador, que olvidó confirmar el cambio de hora. La parte positiva estuvo en que pudimos organizar un 5x5 entre nosotros y pudimos practicar lo trabajado esta semana con muchos minutos de cancha y un árbitro que se ofreció a pitar sin estar obligado a ello. !Qué bien nos vino tener la equipación reversible!
A continuación, el equipo masculino tenía un partido complicado frente al Aluche'14, un rival de los fuertes. El partido no decepcionó y, tras tres cuartos de superioridad total de nuestro rival (llegaron a dominar por 21-52), nuestros chicos apretaron de lo lindo en el último cuarto consiguiendo un parcial de 24-5 que casi voltea el marcador. Una remontada de las que se ven pocas, que demuestra el carácter competitivo de muchos de los chicos del equipo, pero que no esconde que esa competitividad no se refleja aun en los entrenamientos en forma de atención y seriedad hacia las enseñanzas de los entrenadores. En este sentido, Irene y yo estamos de acuerdo en que esta derrota nos puede enseñar muchas cosas. Un equipo parejo al nuestro nos estaba pasando por encima, ¿será que entrenan mejor que nosotros entre semana? Personalmente, pienso que sí.
Dejo para el final una reflexión sobre árbitros y protestas. Durante la segunda parte del partido protesté airadamente una situación de tres segundos en zona que no se pitaba. Totalmente fuera de lugar por mi parte el tono de la protesta, agravado además sabiendo que mi rol en el banquillo era de ayudante y era Irene la única autorizada para intercambiar opiniones con el árbitro. Pese a que me disculpé rápidamente observé que en las siguientes jugadas todos los chicos que estaban en el banquillo empezaban a protestar esas mismas situaciones, casi siempre sin motivo. En el fragor del juego los entrenadores debemos mantener siempre el control de nuestras emociones y ser el mejor ejemplo para nuestro jugadores. Traspasar la delgada línea roja significa avivar el fuego de las protestas y el victimismo, y no es eso lo que queremos transmitir. Esa es la enseñanza que me llevo de este partido. Aquí aprendemos todos.
Adán