Parece que fue ayer, pero han pasado casi
cuatro años…
Aquella temporada un grupo de catorce chicas decidisteis formar un
equipo alevín de baloncesto. En una categoría donde los equipos son en su
mayoría mixtos, era un poco extraño ver un equipo femenino, pero aceptasteis el
desafío.
A nivel de resultados, vuestra primera
temporada fue un desastre, lo habíamos supuesto. Creo recordar que ganasteis
vuestro único partido en el mes de mayo, en la copa, contra un equipo recién
formado. En liga, perdisteis todos los partidos, muchos de ellos con marcadores
muy adversos. Nos daba miedo que cundiese el desánimo, que perdieseis las
ganas, que os cansaseis de luchar contra equipos mixtos, contra chicos que por
motivos fisiológicos corren más, saltan más… Pero sabíamos que aprenderíais a
tomar decisiones por vosotras mismas, a aceptar responsabilidades, en vez de
darle la pelota al chico más cercano. No perdisteis las ganas. Cada lunes,
después de haber perdido el sábado, estabais allí todas a entrenar con una sonrisa en la cara. Pasado
el verano, ¿volvisteis las catorce? No, volvisteis quince. Parece que esto del baloncesto os empezaba a
gustar.
En
vuestro segundo año, el panorama mejoró. Ganasteis varios partidos y las
derrotas ya no eran por veinte puntos. Estabais aprendiendo a jugar, a resolver
problemas dentro de la cancha. La progresión del equipo era evidente.
Llegamos a la tercera temporada. Cambio de categoría, canastas grandes,
ya no había chicos en la pista… otro mundo. Los resultados empezaron a llegar.
Vuestro balance de partidos ganados y perdidos ya era positivo. Empezamos a
veros hacer contraataques rápidos, presión, bloqueos… Aquello tenía buena
pinta.
Estamos en vuestra cuarta temporada. División del equipo, nuevas
incorporaciones y otra vuelta de tuerca en vuestro aprendizaje. Este año nos
estáis sorprendiendo: presión asfixiante, velocidad en el juego de transición,
muchas recuperaciones, entradas con la izquierda… sois una pesadilla para
cualquier rival. Nos estamos acostumbrando a ver jugadas que nos hacen
disfrutar, porque estáis empezando a jugar muy bien al baloncesto. Hace años
nuestros aplausos eran de ánimo y de cariño, ahora aplaudimos porque nos gusta
como jugáis. Sois campeonas de liga y os deseo la mejor de las suertes en
interdistritos. No será fácil, todos los equipos que llegan allí son muy
buenos, pero, pase lo que pase, nos habéis regalado una temporada colosal.
En
vuestro aprendizaje han influido varias cosas. El desarrollo físico que dan los
años, la evolución en el aspecto técnico y táctico, que hemos intentado
facilitaros desde el Club y las ganas de aprender. Estas las habéis puesto
vosotras, y habéis puesto muchas. Os he visto muchos partidos, pero sobre todo,
os he visto cientos de entrenamientos, con frío y con calor, con viento y con
lluvia. Y estabais allí. Si hay entrenamiento voluntario los viernes, estáis
allí. Si programamos entrenamiento en las vacaciones de Navidad, estáis allí.
Así da gusto, siempre respondéis. Lo que os ha dado esta temporada, el ganar
todos vuestros partidos con facilidad, os lo habéis ganado con vuestro esfuerzo
de los últimos años.
Siempre que hay un éxito deportivo hay que repartir los agradecimientos,
así que vamos allá:
En
primer lugar, gracias a Clara, que empezó con ellas esta aventura. Tú las enseñaste
a jugar, las has proporcionado los fundamentos necesarios para este deporte,
has estado con ellas en los momentos difíciles y, sobre todo, les has metido el
gusanillo del baloncesto en el cuerpo. Ojalá no se lo saquen nunca. El sábado,
tú también fuiste campeona de liga.
Gracias a Laura, que ayudó a Clara durante dos años y ha tomado ahora
las riendas del equipo. Gracias por no permitirles relajarse ni un minuto, por
no parar de animar y corregir, por haber contribuido a mejorar el grupo y a
cada una de ellas.
Gracias a Jesús, que les ha dado ese espíritu competitivo, las ganas de
ganar y la posibilidad de entrenar los viernes con el equipo cadete, con la
oportunidad que ello les brinda para mejorar. Siempre tiene un nuevo reto,
siempre quiere ir un poco más lejos.
Finalmente, gracias a la afición, a vuestras madres y a vuestros padres,
a todos los que os han acompañado durante este tiempo. Parece obligado darles
las gracias por su apoyo, pero este caso es especial. Llevo muchos años, desde
que Laura era alevín, viendo partidos de baloncesto. He compartido grada con
muchas aficiones, pero ninguna como esta. En cuatro años no he visto un mal
gesto, una palabra desafortunada, una protesta airada. Únicamente vais al campo
a animar, da gusto ver un partido con vosotros. Estoy seguro de que vuestras
hijas estarán orgullosas de vuestro comportamiento. Desde el Club, desde luego,
lo estamos.
No
creo que lo recordéis, pero yo sí. Hace tres años, un lunes, al terminar el entrenamiento
estabais comentando con cierto desánimo que vaya rollo, que no ganabais ningún
partido. Os dije que os costaría mucho al principio, pero que si la progresión
era adecuada, en vuestro segundo año de infantil ganaríais la liga. Todo fueron
risas, no contemplabais esa posibilidad, os parecía algo lejano, inalcanzable.
La conversación terminó en apuesta: si ganabais la liga me invitabais a cenar;
en caso contrario, yo invitaba a cenar a todo el equipo. Pues bien, que sepáis
que no os lo voy a perdonar. Sois campeonas de liga y me vais a invitar a
cenar, como me sugirió el padre de Moni, en un sitio caro. La ocasión lo
merece.
Roberto, uno de vuestros seguidores.